Introducción
El talento puede ser definido como la capacidad de algunos individuos para saber qué es aquello en lo que despuntan por encima de los demás, conocer qué es lo que más les gusta hacer y contribuir con ello a la empresa en la que trabajan, a la comunidad en la que viven, a su equipo o a su familia.
Tras la revolución tecnológica como principal factor de diferenciación competitiva entre las empresas, el talento ocupa cada vez más un lugar más destacado. El desafío consiste en saber colocar el talento adecuado en el sitio y en el momento oportunos y, de esta forma, contar con su fuerza y no simplemente con la fuerza laboral. Para ello es necesario encontrar, atraer y retener a los mejores talentos en el contexto de una economía global que progresivamente lo está dificultando, puesto que los niveles de competencia suben y la tecnología cambia los modos de participación de los individuos y las empresas en el mercado de trabajo.
La escasez del talento de calidad y su colocación adecuada
Por “talento de calidad” se entiende la aplicación de valiosos conocimientos y habilidades a las necesidades de una organización; en otras palabras: se trata de personas con experiencia que saben hacer que las cosas marchen como es debido. Consecuentemente, cualquier empresa se resiente enseguida de su ausencia a pesar de que tales individuos representen un pequeño porcentaje de la totalidad de los empleados. De ahí que encontrar, contratar y retener a los talentos de calidad sea a menudo difícil pero fundamental para el éxito. Sin embargo, no es suficiente contar con los mejores, sino que hay además que colocarlos dentro de la empresa de manera que puedan desplegar su potencial en cualquier momento.
A título de ilustración de lo expuesto hasta aquí, tomemos los casos de la construcción del ferrocarril en los Estados Unidos en el siglo XIX y, más recientemente, la expulsión de los granjeros blancos de Zimbabue por el gobierno de Mugabe.
Cuando a mediados del siglo XIX surgió la necesidad de unir las dos costas de los Estados Unidos por medio del ferrocarril, y ante la magnitud de la tarea, la principal empresa concesionaria, la Central Pacific Railroad, se enfrentó a la escasez de mano de obra para ello: ni los trabajadores irlandeses, veteranos de la guerra civil, ni los esclavos liberados constituían un número suficiente y tampoco eran los mejor cualificados. Todo el proyecto habría sufrido un retraso de décadas de no haber sido por la fuerza laboral de los inmigrantes chinos, que pronto empezaron a figurar como alternativa. En efecto, los trabajadores chinos eran, en muchos aspectos, mejores que otros: eran puntuales, trabajaban duramente, estaban satisfechos con el salario, se alimentaban mejor, no bebían y el nivel de higiene entre ellos era más alto. Todos estos factores influían visiblemente en la productividad, de modo que la compañía decidió empezar la contratación de trabajadores directamente en China para así cubrir sus necesidades de fuerza, hasta que el proyecto se culminó con éxito y supuso la transformación de todo el país.
En cuanto al suceso más reciente, la expulsión de los granjeros blancos de Zimbabue en el año 2000, tuvo como consecuencia la inmediata caída de la productividad agrícola del país, que se vio obligado a importar los productos agrícolas ante una demanda cada vez más creciente. A su vez, esta demanda se extendió a los países limítrofes, que antes importaban de Zimbabue, y la crisis terminó por afectar a la región entera, sin contar la pérdida de puestos de trabajo que provocó el abandono de las fincas. Sin embargo, mientras Zimbabue minaba su propio sector agrícola, hubo otros países de la zona que aprovecharon las circunstancias para atraer a los granjeros blancos. En concreto, Mozambique, Angola, Botsuana y Malawi les ofrecieron arrendamiento de tierras, posibilidades de invertir o de fundar empresas conjuntas con sus propios granjeros para revitalizar la producción. De esta forma, algunos de los granjeros blancos procedentes de Zimbabue decidieron asentarse en Zambia, donde fundaron unas 150 granjas que hoy emplean a cientos de trabajadores. Después de unos años, y gracias a ellos, Zambia consiguió exportar su maíz por primera vez en 20 años. Este caso demuestra cómo la buena o la mala gestión de un pequeño grupo de gente bien cualificada es capaz de afectar a la economía de toda una región.
René López
Gran información para usar como herramienta en la gestión del talento