1010 consejos para emprendedores

Resumen del libro

1010 consejos para emprendedores

Por: Javier Fernández Aguado

Recomendaciones prácticas y eficaces para la creación de empresas
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Introducción

 

La actual coyuntura –y, en general, cualquier etapa histórica- reclama espíritus emprendedores, personas audaces (de cualquier edad, no sólo jóvenes) que apuesten por poner en marcha proyectos empresariales.
Sacar adelante una iniciativa empresarial es intensamente retador. Javier Fernández Aguado ha diseñado, lanzado o asesorado más de 300 proyectos, tanto en España como en una docena de países de Europa y América. Conoce con detalle los impedimentos, pero también ha experimentado –o contemplado- ese gozo inmenso de quien pone en marcha designios que sin él no existirían. En 1010 consejos para emprendedores, Fernández Aguado ha procurado plasmar su experiencia emprendedora.
No existe una circunstancia ideal para lanzar una compañía: en los instantes de bonanza, porque hay muchos tratando de hacer lo mismo y, en períodos problemáticos, porque el pesimismo corroe los ánimos.
El mejor tiempo es siempre aquel que nos toca vivir. Ahora, cuando muchos se repliegan a sus cuarteles de invierno en espera de nuevas brisas, quienes se atrevan a salir de puerto tendrán más posibilidades de éxito.
En este resumen presentamos una selección de consejos que abarcan las más variadas facetas empresariales. Muchos emprendedores se verán reflejados en las líneas que vienen a continuación. Todos ellos encontrarán enseñanzas sobre las que meditar y reflexionar para avanzar en la aventura apasionante (aunque no exenta de trampas) que supone la creación de empresas.

Consejos para emprendedores

1- Equivocarse en una decisión no supone el fin de nada. Habitualmente ayuda a pisar tierra, facilita considerar que hemos de esforzarnos para gestionar el conocimiento de quienes nos han precedido, para evitar caer en los mismos errores. Considerarse perfecto es una significativa imperfección.
2- Las realidades que se presentan como fáciles acaban por complicarse. El negocio que uno piensa que no fallará suele hacerlo. Nadie se sitúa delante de un volante pensando que ese día va a matarse en un accidente. Nadie pone en marcha una empresa considerando que va a perder el tiempo y dinero en la aventura. El optimismo no debe ser ciego. Es imprescindible el rigor.
3- Las dificultades en el primer negocio resultan habitualmente más útiles para la propia formación y para el desarrollo profesional que el hecho de que las cosas marchen como se había planeado. Entre otros motivos, porque ante los obstáculos aprendemos a conocernos a nosotros mismos, y además se aprende quiénes son realmente amigos y quienes unos aprovechados.
4- Bastantes emprendedores piensan al principio que se van a comer el mundo. Pasado un tiempo, algunos sólo abarcan medio planeta. Un poco más tarde, no se comen una rosca. Al final, unos pocos sienten cómo la realidad –los acreedores- parece que desea engullírseles a ellos.
5- Las decisiones han de ser adoptadas sin tener todos los datos encima de la mesa. Cada vez más, en una sociedad en la que cada uno puede acceder a más información con la lectura de un periódico que un antepasado en toda su existencia, aprender a gestionar sin esperar a acumular los matices es una condición sine qua non para el gobierno de las sociedades que se pongan en marcha.
6- Solo quien se arriesga a fracasos limitados cosechará triunfos.
7- Financiar los negocios con dinero de amigos es más peligroso que hacerlos con fondos de una entidad financiera. La pérdida de un verdadero amigo no se compensa con nada.
8- Mucho mejor que empezar un negocio con fondos ajenos es arrancar con propios. Numerosas son las razones para este comportamiento. Entre otras, que nada se aprecia tanto como lo que uno ha logrado con el sudor de su frente, o que ahorrar habrá supuesto adquirir algo que vale más que el dinero: experiencia. Conocer por dentro una empresa –preferiblemente del sector- vale tanto que resulta oportuno desaconsejar a un emprendedor que se lance a una aventura sin antes pasar un período en las máquinas del negocio de otro.
9- Salvo excepciones, si un empresario solicita créditos para gastos corrientes, pronto dejará de ser empresario para incorporarse a la larga lista de perseguidos por la justicia.
10- Acudir a sociedades de capital-riesgo privadas tiene mucho de riesgo porque a la hora de la verdad –salvo que se firmen las cláusulas adecuadas- se correrá el riesgo de que venda su participación a quienes no están excesivamente interesadas en el desarrollo de la empresa.
11- La contabilidad llevada día a día no implica excesivos problemas. La que se deja abandonada acaba siendo fuente de grandísima pérdida de tiempo.
12- La elección de socios debe pasar –igual que el matrimonio- por un noviazgo. No debe convertirse en socio el primero que lo pretenda, ni debe el emprendedor apresurarse por la necesidad económica. Hay que conocer bien a quién se deja entrar en la propia casa.
13- Si uno tiene la idea de negocio, la diseña, la organiza y luego busca compañeros de camino, éstos deberán abonar (no de forma abusiva, pero sí razonablemente) una prima que justifique la labor realizada por el empresario.
14- Los socios han de ser complementarios. Si uno es especialista en producción, deberá buscar a alguien que lo sea en ventas. Mala cosa sería que hubiera varios que se consideraran expertos en la misma área de la empresa. Eso produciría quebraderos de cabeza.
15- En el mundo de las PYMES pululan miles de aventureros, gente con iniciativa, personas con deseos de embarcarse en cosas grandes, pero también un numeroso grupo de sinvergüenzas. Distinguir unos de otros resulta esencial.
16- Cada día que pasa sin haber disfrutado de los hijos es una jornada que ya no vuelve. Ése es un buen motivo para limitar la dedicación al trabajo. Reducir la permanencia en la empresa se hará más llevadero sabiendo que en casa esperan esos locos pequeñitos que nada entienden del esfuerzo paterno, pero que con un solo brazo enternecen al más duro de los negociantes.
17- En la empresa se corre el riesgo de que sobre el propio tiempo decidan otros. No solo los superiores, sino también los subordinados, o los clientes, o los proveedores, o los auditores. El empresario ha de tener voluntad para imponer los ritmos. No se puede hacer todo a la vez: hay que establecer un orden.
18- Los asuntos no han de ser abordados en el orden en que aparecen encima de la mesa. En particular si son cuestiones estratégicas no deben ser resueltas a vuelapluma. Si así se actúa, es probable que se tome la decisión equivocada.
19- Es un sinsentido aplazar las decisiones hasta el último momento. Probablemente no habrá que comunicarlas hasta una fecha determinada, pero eso no implica improvisar.
20- Los directivos se preocupan por una cuenta de resultados negativa, pero prestan escasa atención al tiempo perdido. Olvidan que las cuentas de explotación son una respuesta a la gestión de cada minuto de cada persona que trabaja en la empresa.
21- Nunca las empresas cubren etapas como se especificó en el plan de viabilidad de un emprendedor. Casi siempre van por debajo de las expectativas. Algunas veces irán por encima, será el momento de celebrarlo, pero también de tener la mosca detrás de la oreja, porque si se elaboró con la suficiente atención hay factores exógenos que están modificando la situación normal.
22- El primer plan de viabilidad que uno ve o que uno elabora no es el plan. Es divertido (y en ocasiones patético) ver a jóvenes emprendedores convencidos de que la oportunidad que tienen por delante es la oportunidad, y que dejarla pasar sería tanto como tirar su vida por la ventana. Ese tipo de inmadurez se supera cuando se tiene la posibilidad de ojear unas cuantas docenas de planes de viabilidad, de los que han triunfado y de los que han fracasado.
23- Nunca hay que hacer de menos a la competencia. Actuar así indica ingenuidad o un orgullo que sorprenderá a cualquier lector un poco objetivo. Si tan inútiles fueran, no habrían entrado en el mercado, o no permanecerían en él.
24- En cuanto a la selección del personal que acompañará al emprendedor en su aventura, hay que saber que la gente promete al principio más de lo que en realidad está en condiciones de dar. Salvo raras excepciones, muchos afirmarán conocer o ser capaces de realizar más de lo que en realidad saben o pueden.
25- No hay que confiar en las personas que intentan ganarse la buena voluntad del seleccionador contando datos confidenciales de la organización precedente. Quién así se comporta hará probablemente lo mismo en el momento en que abandone la organización en la que ahora pretende ser contratado.
26- Hay que seleccionar profesionales mejores que uno mismo, para subir el nivel. Esto exige humildad –saber que hay gente que tiene mejor preparación que el emprendedor.
27- No conviene elegir a gente con cualificaciones superiores a las del puesto. Cuando se hace, sucede que la persona –aunque al principio lo agradezca-, con el paso del tiempo –a veces pocas semanas o meses- se siente minusvalorada. Adoptará entonces una postura negativa, o cínica, e intentara mejorar su situación, criticando primero la organización y poniendo luego los medios para cambiar de barco.
28- La formación lleva a reinventarse a uno mismo y a la realidad en medio de la agitación del mundo mercantil.
29- Cultura es lo que queda una vez que se olvida lo que se estudió. Repetir como un loro lo que acaba de memorizarse sirve para sacar unas oposiciones, pero resulta inútil para moverse en medio de las inestables coordenadas de la vida profesional.
30- El exceso de información bloquea a un directivo lo suficientemente ingenuo como para permitir que le lleguen datos que en absoluto le corresponden. Quien pretende saber todo sobre la organización acaba por ignorar lo que en realidad tendría que conocer.
31- La formación ha de serlo en dos áreas: de un lado, en cuestiones estrictamente técnicas. Cada empleado, según su área de actividad, ha de conocer a la perfección su cometido, ha de enfrentarse a él con maestría. Junto a eso, deben fomentarse hábitos operativos que, a la vez que incrementan los rendimientos de la empresa, mejoran a las personas.
32- La formación precisa en las empresas se logra de muchos modos, pero difícilmente de ámbitos estrictamente académicos donde las personas que imparten las sesiones no han tenido experiencias prácticas previas. La teoría sin práctica es utopía. La práctica sin teoría es rutina.
33- Dirigir es lograr que la gente quiera hacer lo que tiene que hacer. Que una persona funcione con voluntad prestada no es difícil, pero sólo repetirán las actuaciones cuando no les quede más remedio, por los controles establecidos. En cuanto estos aflojen, también el rendimiento disminuirá.
34- El poder no acompañado de liderazgo produce, de entrada, rechazo. Es colocado bajo el foco de la sospecha cuando no bajo el de la acusación. El poder que se impone sin que quien lo ejerza tenga unas condiciones mínimas es soportado, pero no se adopta una postura cooperativa.
35- Si no es capaz de controlarse, el emprendedor no sabrá ni qué solicitar de los otros, ni cómo hacerlo, ni con qué límites. Lo primero que hay que aprender a dirigir es a uno mismo.
36- El verdadero líder se descubre cuando está ausente. Cuando no está presente, los empleados le echan de menos. Sucede lo contrario con quien tiene el poder y no liderazgo. Todo el mundo desea que tenga algún motivo para irse de la oficina y deje trabajar con tranquilidad.
37- Una ventaja de un negocio familiar es que muchos aspectos de la organización son captados como por ósmosis, sin necesidad de explicaciones. A la hora de enfrentarse a determinados obstáculos, bastará recordar cómo los mayores resolvieron esas situaciones tiempo atrás. Esa experiencia difícilmente se adquiere en una escuela de negocios. La técnica de los aprendices, que durante tantos siglos ha funcionado –y aún hoy en día tantas ventajas ofrece-, empieza por la propia familia embarcada en un negocio.
38- Las empresas hay que capitalizarlas. Muchos fracasos proceden de la insuficiente fortaleza económico-financiera de la compañía cuando, tras los momentos de bonanza, llega la tormenta.
39- No hay que vivir con inquietud y deben resolverse los problemas de cada día. Paralelamente, hay que contar siempre con un posible sustituto para cada puesto en la organización: más de un proveedor por producto, nuevos clientes siempre en vistas… El criterio fundamental ha de ser siempre, se trabaje en lo que se trabaje, comer de más de una mano. Dos o tres serán un buen número. Y nunca soltar una hasta que se tenga otra abierta. Actuar así introduce un factor de tranquilidad frente a los altibajos del mercado, las arbitrariedades de proveedores o clientes o, sencillamente, los ciclos económicos.
40- El cenit de la vida de un empresario no es el enriquecimiento (que significará que su proyecto ha salido adelante), sino alcanzar una existencia colmada. Esto supone triunfar en varios frentes: el profesional, el familiar-afectivo, el de la amistad, etc.
41- La buena suerte es un elemento importante del éxito. Muchas veces, la fortuna sencillamente llega: lucirla como si fuera merecida produce hilaridad entre los espectadores, porque sería como considerar un derecho merecido algo que no depende de uno mismo. A veces desembarca en la propia existencia después de habérsela trabajado durante mucho tiempo. Tampoco entonces debe el emprendedor dárselas de sabihondo.
42- Una empresa puede morir de éxito si no mide sus posibilidades de atender a los clientes. En ocasiones habrá que moderar las expectativas para avanzar en la medida en que las propias fuerzas (incluyendo los recursos financieros) lo permitan. Crecimientos desmedidos llevan a la sima a proyectos que, delimitados, habrían conducido a la cúspide.
43- No es fácil aplicar en el propio proyecto el consejo de Lao Tse: “Sabiendo cuándo detenerte, estás a salvo del peligro”.
44- La presencia de obstáculos lleva a tomar medidas necesarias, que sin esas circunstancias extraordinarias no serían adoptadas. Hay ajustes de costes que parecen precisar de períodos de tormentas para ser llevados a cabo. Más que desesperarse, hay que sacar frutos institucionales y personales.
45- Como enseña la sabiduría oriental, es en estados de alteración cuando hay que esforzarse por practicar la moderación. Tomar en esos momentos decisiones trascendentales sobre la propia vida o sobre la de los demás es inapropiado.
46- Perseverar para alcanzar sería un lema para empresarios que se limitan a tener arranque de caballo y parada de burro, porque se cansan ante los primeros obstáculos. Han olvidado que todos los trabajos, pero especialmente el del emprendedor, exige constancia a prueba de bombas.
47- Los clavos que entran al primer golpe suelen salir con el primer peso que se cuelga. Por el contrario, aquellos que ha costado introducir en la pared aguantan.
48- Más que trabajar menos (downsizing), el criterio debería ser trabajar lo adecuado (rightsizing). Es difícil, pero el reto final es siempre lograr ser más felices (smartsizing).
49- Empowerment es un nuevo término para expresar un viejo concepto. En la medida en que la motivación sea interna y la capacidad de decisión mayor en cada nivel, será menos preciso transmitir hacia arriba los problemas. Esa realidad –que cada uno tome decisiones en su correspondiente área- es estimuladora, porque da la sensación de que uno ha pasado a ser persona mayor en su trabajo. Frente a esto, el directivo que aspira a controlar los detalles y, sobre todo, que critica cualquier decisión –por minúscula que sea- que no ha pasado por sus manos es un patán con galones, que nada sabe de gobernar.
50- La mejor idea de negocio es aquella en la que el emprendedor va a disfrutar. En muchas ocasiones se tratará de la mayor afición que haya tenido, en la que ha descubierto una ocasión de comprar algo (productos o servicios) barato, transformarlo y venderlo caro.
51- En cualquier sector hay espacio para un nuevo negocio. Lo que será preciso es adornar la idea con características suficientemente novedosas.
52- El mundo de las ventas es misterioso. El carácter no lo explica todo. Lo que importa es verificar los resultados. Hay gente que da la impresión de que va a dominar el mercado y no vende un lapicero. Otros parecen mosquitas muertas y son genios. Las ventas reales, y no la palabrería, definen la validez de un buen comercial.
53- Quitar autoridad públicamente al director comercial significa perderle. Antes de los 40 –también después-, un profesional de las ventas encuentra ofertas en el mercado. Siempre hay oportunidades para un buen vendedor.
54- Hay empresas que mueren de éxito porque no han sabido ajustar su producción a sus ventas. Las dos coordenadas han de crecer al unísono, aunque es lógico que una vaya siempre un poco por delante. Deberían ser las ventas.
55- Hay negocios cuya mejor localización será la propia casa: en particular aquellos que para nada precisan recibir clientes. De ese modo se ahorrarán costes, que pueden ser empleados en otros aspectos de la empresa. Montar una entidad mercantil no pasa necesariamente por instalar una oficina elegante en un edificio caro.
56- Buena parte del mundo de la empresa acaba reconduciéndose a actividades de negociación: con clientes, con proveedores, con otras compañías para alcanzar alianzas estratégicas, con entidades financieras, con socios, con empleados, con sindicatos, etc. La presión no es buena consejera. Por eso, es preciso relajarse antes de comenzar a negociar, incluso (y tal vez con más razón) cuando de aquellos acuerdos dependa parte importante del futuro del emprendedor.
57- Para una negociación –y casi siempre en la vida- hay un buen lema: “eres dueño de tus silencios, pero esclavo de tus palabras”.
58- El resultado exitoso de una negociación depende en grandísima medida de la sintonía personal que se establece entre los interlocutores. Si hay disponibilidad para trabajar en común, será más fácil el acuerdo que si las posturas originales consisten en un distanciamiento personal significativo. Por otra parte, los mejores pactos son habitualmente aquellos que tienden puentes hacia el futuro, permitiendo nuevas colaboraciones entre las instituciones que han negociado.
59- Dirigir es en buena medida estar dispuesto a modificar puntos de vista y actuaciones. Sólo los pagados de sí mismos se creen infalibles. Entre las peores cosas que pueden sucederle a un directivo se encuentra el complejo de don Perfecto, que le impide escuchar a los demás. En su altanería pretenciosa, se refugia en una lamentable torre de marfil (o más bien de barro) donde no llega ninguna idea valiosa, porque las toma como ofensas personales y no como aportaciones constructivas.
60- Dar cancha a los colaboradores es fundamental para que la organización siga operando de forma autónoma sin sufrir altibajos por la ausencia del emprendedor. La advertencia de Maura a Primo de Rivera describe esta situación con maestría: “Una dictadura es como una bicicleta; si se para, se cae”. Por el contrario, cuando la gente funciona con autonomía, con motivación propia, el sistema sigue en marcha, porque el impulso no es exógeno, sino que se encuentra dentro de cada miembro de la compañía.
61- El mayor porcentaje de patologías que se dan entre empresarios se debe a la presión a la que están sometidos. El estrés del empresario es fruto del peso de llevar sobre las espaldas no sólo su propio trabajo, sino también el futuro de otros y la respuesta a las expectativas que se había definido. Esa necesidad de no defraudarse incrementa la tensión de manera superior a la media. Si no aprende a reírse de sí mismo, difícilmente escapará de alguna patología.
62- Uno de los peligros de los emprendedores es convertirse en adictos al trabajo. Muchas veces se busca la autosatisfacción personal; otras, se huye de uno mismo, o de regresar a un hogar donde uno no es reconocido. Son diversos los elementos que componen este peligro, porque al principio comienza como algo normal: atender a una pluralidad de frentes en la puesta en marcha del proyecto. Desafortunadamente –pasado cierto tiempo-, el trabajo puede transformarse en una fuente de afirmación personal y de refugio contra la necesidad de contrastar pareceres y bajar la cabeza. Esta segunda fase no es buena y anticipa males mayores.
63- Al final del proceso de ser muy pagado de sí mismo, el emprendedor llega a considerarse infalible. A decir de la canción, piensan que su palabra es la ley. Eso hace que no escuchen, que no pregunten, ni rectifiquen, ni pidan perdón. El infalible es un ser funesto empeñado en irse al derrumbadero mientras a diestra y siniestra derrama acíbar. Una vez desaparece el infalible las cosas mejoran.
64- Afirma Aristóteles que los amigos permiten llegar donde uno no alcanzaría. Las alianzas estratégicas consienten metas a las que una organización, por su cuenta y riesgo, nunca llegaría. Las alianzas estratégicas, al igual que las empresas, son del tamaño del corazón de los emprendedores. Hay gentes que sólo entienden de proyectos pequeñitos, les falta magnanimidad para contemplar grandes iniciativas. Otros, por el contrario, son capaces de soñar.
65- Las alianzas estratégicas parten de la observación inteligente de lo que otra organización tiene que la institución del emprendedor interese. Y también de qué tiene el emprendedor que a los otros guste. A partir de ahí habrá que promover –sin prejuicios, sin consideraciones reductivas o temerosas- diálogos productivos. Las alianzas admiten una enorme diversidad de modalidades. En algunas serán trueques (publicidad por productos; o publicidad por publicidad en diferentes medios…); en otras, habrá que triangular, con o sin la exclusión de dinero… Las alianzas son, en cualquier caso, una apasionante aventura que muchos ni si quiera comienzan porque desconocen sus posibilidades. Otros no lo hacen por un cerril egoísmo que les impide ver las ventajas que se les abrirían si se atreviesen a promoverlas.
66- El término prudencia procede etimológicamente de proculvidere (ver lejos, columbrar la verdad). Esto debería ser función de todos, pero especialmente de quien ha decidido poner en marcha un negocio. La prudencia versa sobre lo que puede ser de otra manera. Y, por lo tanto, sobre aquellas realidades que admiten pluralidad de enfoques. Prudente es quien sabe poner cada cosa en su sitio, con el ángulo de visión más completo posible, sin precipitaciones.
67- Los principales enemigos de la prudencia son: la precipitación, que no estudia las cuestiones ni su adecuada aplicación a las circunstancias actuales, procede de la temeridad, porque emprende aventuras sin haber calibrado si se podrá o no concluirlas; la pasión, donde los propios intereses desatados obnubilan para tomar decisiones objetivas; la obstinación en el propio parecer, sin capacidad de entender los consejos de los colaboradores; la inconstancia de quien no ha sido capaz de valorar su fortaleza para llevar adelante el proyecto que originariamente se propuso; la vanidad, por pretender entender de todo.
68- El prudente lo que desea para sí mismo y para los demás es la aplicación de la mejora continua o kaizen propuesta por los japoneses.
69- Los hábitos no son rutinas. Estas últimas se caracterizan, entre otras cosas, por su capacidad de ser paralizantes, porque son generadoras de inercia. Las rutinas son los modos en que las cosas son hechas en una determinada institución. Poco más aportan. Los hábitos operativos positivos abren posibilidades a la capacidad de la persona de aportar visión creativa.
70- Si falta un poco de exaltación, de exultación, de amor al riesgo, a lo desconocido, es inviable ser emprendedor. El equilibrio siempre es inestable, pero hay que tenerlo como meta.
71- El ocio del emprendedor es, desde algún punto de vista, más complicado que el de otras personas. Principalmente porque lleva siempre la empresa en la cabeza. Cuando se está en un proyecto propio, resulta imposible desconectar completamente, porque siempre hay posibilidades bullendo por la mente, y oportunidades que se piensa que podrían ser buenas, y amenazas que hay que conjurar. Pero el descanso no es un capricho, es una necesidad. Todo coche necesita revisiones periódicas. De no hacérselas, acaba quemándose el motor. Camino de su ruina, funcionará cada vez peor.
72- Aficionarse a la historia o a la lectura de buenos ensayos es recomendable. Ayuda a enriquecer las perspectivas. Todo lo que le suceda a un emprendedor ha sido experimentado antes: saber cómo otros lo han resuelto ayuda a acertar.
73- De vez en cuando no quedará más remedio que trabajar cansado: las batallas las ganan soldados fatigados impulsados por el aliento entusiasta de sus oficiales. Pero mejor se hubiese vencido con tropas de refresco.
74- Logrados puestos de cabeza, lo que más temen quienes los ocupan es que se produzcan modificaciones en la situación establecida. Eso les lleva a caer en una artrosis de decisiones. El miedo a la novedad consiste en un terror casi patológico en el que el empeño –a pesar de que se guarden las formas- consiste en que nada sea modificado, o que lo sean muchas cosas pero siempre bajo el lema de que todo cambie para que todo permanezca igual.
75- Orden, contraorden… desorden.
76- Más que imponer decisiones, habrá que sugerir soluciones. Es más lento y costoso, pero a corto, medio y largo plazo, la gente llevará a cabo aquello que tiene la sensación de que se les ha ocurrido, mientras que desatenderá principios que tuvieron una aparición exógena y poco razonable.
77- Las crisis son buenas. Escribió C. S. Lewis que una enfermedad es el altavoz que Dios utiliza para que el hombre le escuche. La crisis es el clamor del sentido común para que la economía vuelva al cauce correcto.
78- En períodos de incertidumbre de poco vale ponerse nervioso. Es mucho mejor retornar a los principios que explican los negocios: ¿qué vendo? ¿A quién se lo vendo? ¿Por qué me compran? ¿Durante cuánto tiempo? Y, ¿cuánto gano? Siempre, con más motivo en tiempos de recesión, hay que insistir en las ventajas competitivas.
79- Siempre, pero más cuando hay dificultades, hay que contar con personas sólidas en lo técnico y en lo ético. Buscar atajos para sacar adelante un negocio, a costa de la ética, siempre pasa factura.
80- El trabajo y la ilusión son dos elementos esenciales de cualquier proyecto empresarial. Ambos dependen de usted. El tercero, la suerte, sólo parcialmente corre de su cuenta. Ojalá la tenga…

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Biografía del autor

Javier Fernández Aguado

Javier Fernández Aguado, catedrático del Área de Dirección General en el Foro Europeo y la Escuela de Negocios de Navarra, es Presidente del Grupo MindValue y de la Asociación Internacional de Estudios sobre Management-ASIEMA (Manchester-Madrid). Ha sido galardonado con el Best Competitiveness Speaker Award 2007 (USA), el Premio al Mejor libro Europeo de Gestión 2006, en Gran Bretaña, por su obra La Soledad del directivo y el Premio Most Valuable Speaker 2006 (en España). Pertenece a la red de LID Conferenciantes.

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Comentarios

Entre mis favoritos. De todos y cada uno de los consejos es posible extraer alguna pepita de oro. Tan solo hay que darle un poco al coco :P Ya que no solo son aprendizajes aplicables al mundo empresarial, sino que cabe la posibilidad de extrapolarlo a todo tipo de áreas vitales :)

Buen contenido, creo que el formato no es el más adecuado.

Buen libro interesantes puntos, aunque como dijeron algunos conceptos expresados de manera complicada

No está mal, alguna píldora me llevo. Algunas cosas están expresadas de forma innecesariamente complicada.

Sí, pero aveces sirve para retener mejor, estilo memotecnia. yo me aprendo frases complicadas con mayor facilidad. Saludos

Sugerencias acertadas y consejos prácticos. Buen libro y resumen.

Fantabuloso, ya lo encargué =D

regular este, pero algo se aprende :)